Traslado y Vía Crucis oficial 2017El Señor de la Amargura presidió el pasado viernes, 10 de marzo, el Vía Crucis oficial de la Federación de Cofradías de Granada con motivo del primer Centenario fundacional de la Hermandad del Santo Vía Crucis. Una jornada que quedará grabada con letras de oro en la historia de la corporación de San Juan de los Reyes y para las cofradías de la ciudad de la Alhambra al tratarse de la primera imagen en cuyo traslado hacia la Santa Iglesia Catedral lo hace sobre su paso de salida.

Friso de iris morados para el Nazareno eligió el equipo de Priostía en contraste con su habitual exorno de hojas de magnolio y flores en tonos blancos y morados asilvestrados del Martes Santo.

La ocasión lo merecía, 100 años no se cumplen todos los días, y eso Granada y sus cofrades lo supieron entender. Tanto que el cortejo presentó numerosísimas parejas de hermanos con cirio que incluso procedentes de otras cofradías granadinas quisieron acompañar al Señor en esta cita tal especial. Al igual que un buen número de hermanos mayores y la Junta de Gobierno de la Federación de Cofradías al completo que tampoco faltaron a esta convocatoria.

A los sones de la Capilla Musical Nuestro Padre Jesús de las Tres Caídas, el Señor de la Amargura avanzó hasta la Seo granadina a través de su itinerario habitual del Martes Santo, sólo que una vez llegado el cortejo a Plaza Nueva este prosiguió por calle Elvira, Cárcel Alta y Pie de la Torre para adentrarse en la Catedral.

Estrenó la imagen de José de Mora una túnica en terciopelo morado berenjena bordada en hilo de oro, donación del Ilustre Colegio Farmacéutico de Granada (hermano mayor honorario de la Hermandad del Santo Vía Crucis) y cuya factura corresponde al malagueño Sebastián Marchante. El consiliario de la Cofradía, Manuel García Gálvez, procedió a su bendición antes de la salida.

Una vez llegado el cortejo a la Catedral, en el interior de la misma el arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez Fernández, presidió el rezo del Santo Vía Crucis por la naves del primer templo de la ciudad. Un acto piadoso muy seguido por hermanos, cofrades y devotos.

Al término del rezo, el paso de Jesús de la Amargura quedó en la parte izquierda del crucero para presidir los cultos en su honor que se celebrarían en los siguientes días.