Jesús de la Amargura
Desde que en 1954 la Hermandad decidiera reintegrar la cabeza original del Nazareno de José de Mora (siglo XVII), la devocional imagen de Jesús de la Amargura se ha ganado el corazón de sus cofrades y devotos. Aunque, ciertamente, desde 1940 dispuso del mismo para subir al Cerro del Aceituno, presentando en algunas ocasiones su propia cabeza y, en otras no. El patetismo que se evidencia en su rostro y la torsión de su cuerpo evidencia la época artística en la que fue concebido, en pleno Barroco español.
El Nazareno de la Amargura carga la cruz sobre toda su espalda y la sujeta con su mano izquierda sobre la derecha, mientras que se estabiliza gracias a una zancada comedida. En todo este tiempo, se ha convertido en una referencia para quienes a Él se encomiendan.
Verlo por las calles de la ciudad de Granada en la estación de penitencia del Martes Santo, es ser testigo del estilo plenamente granadino en cuanto a lo cofrade se refiere. Sobrecoge ver su silueta avanzar por rincones como la calle San Juan de los Reyes o la Carrera del Darro.
Aferrado a su cruz de taracea, avanza como si realmente anduviera sobre calvario con motivos florales salvajes, gracias también a la dulzura del trabajo costalero. Tanto que hay quien asegura que al Señor de la Amargura no lo llevan, anda.
En su ajuar cuenta con dos túnicas bordadas. La primera de ellas está confeccionada por las Madres Adoratrices (1945) y, la más reciente, la estrenó el Señor el 10 de marzo de 2017 con motivo de la salida para presidir el vía crucis oficial de la Real Federación de Hermandades y Cofradías de la Semana Santa de Granada. Obra del bordador malagueño Sebastián Marchante y donada por el Ilustre Colegio de Farmacéuticos de Granada, hermano honorario de esta Cofradía.
Ya de por sí centra toda la atención la imagen del Señor, pero especialmente hay un momento de la estación de penitencia en el que la multitud lo rodea y miles de miradas se dirigen hacia Él. Se trata del momento del rezo del vía crucis, cuando la Hermandad afronta su camino de vuelta en la noche del Martes Santo.
En torno a Él se arremolinan hermanos, cofrades, religiosas y religiosos, turistas… Sus miradas se funden con Su mirada angustiada y extenuada. Con una pequeña vela en las manos acompañan al Señor por su calle de la Amargura particular. Quizá la más bella que pueda existir, con la Alhambra como testigo.
El juego de la llama de cada uno de los cirios que contienen los guardabrisas de los candelabros de su paso, hace resplandecer su figura. El mismo resplandor que se hace más acuciante en sus potencias. Potencias que José Manuel Martínez Hurtado diseñara y que el orfebre Alberto Quirós ejecutara en 2017, por encargo de la familia Gallas Martínez como detalle por el centenario fundacional. Además, atesora otro significativo juego datado a mediados de la década de los cuarenta del siglo XX, gracias a D. Santiago Valenzuela Suárez, cuyas iniciales figuran en la parte inferior de las potencias.
Todo ello conforma el legado pasado y presente. Ese legado ante el que la Hermandad echa la vista atrás y encuentra otros ocho nazarenos que hicieron las veces de Titulares o simplemente sagradas imágenes que cumplieron con el propósito de salir a la calle para rezar el vía crucis. El objetivo primordial por el que en 1917 se fundó esta Cofradía.
No obstante, se recuerda, de manera puntual, el perfil del Señor de Mora por las calles del más alto Albaicín para ascender en la madrugada del Viernes Santo al Cerro del Aceituno, con el monumento nazarí como testigo. Así lo recuerda también los documentales del NODO de la Filmoteca Española que se puede consultar en la web de la Radio Televisión Española. En este caso, más recordado por su cabellera de pelo natural que por la que le configuró Aurelio López Azaustre, de talla, en torno a 1954 y que persiste en la actualidad.